San Martín no está en condiciones aún de probarse el traje de candidato, todavía le falta madurar como equipo.
Al menos, esa fue la impresión que dejó el equipo de Diego Flores en su paso por Villa Maipú: cayó 1-0 ante un Chacarita Juniors que llegaba golpeado y que jugó desde muy temprano con un hombre menos.
Mereció empatar, sí. Pero careció de una virtud clave: la contundencia. Tampoco le sobraron las ideas para traducir su monólogo en el dominio de pelota y terreno en situaciones claras de gol.
A los tres minutos, el “santo” ya perdía. Y luego contó con una hora y media para hacer valer su superioridad numérica: no lo consiguió y por ende desperdició una posibilidad de oro, la de cerrar la fecha como líder de la Zona A de la Primera Nacional.
La derrota es particularmente dolorosa por el contexto, que a priori le “tiró varias paredes” al conjunto visitante: un “Chaca” desconocido, muy lejos del que brilló la temporada pasada, venía de ser goleado como anfitrión por Defensores de Belgrano la fecha anterior. Y con apenas un par de victorias en siete cotejos, deambulaba por la zona baja de la tabla.
Además, el estadio rememoraba la época de la pandemia, el “Funebrero” cumplió con el último de los cuatro partidos a puertas cerradas que debió purgar por los graves incidentes de principios de febrero que dejaron como saldo un muerto por apuñalamiento en el entretiempo del partido con Deportivo Maipú.
Pero ni así San Martín consiguió volverse del partido homónimo del oeste del Gran Buenos Aires con algo en el bolsillo: mereció como mínimo el empate, pero pagó un alto precio, más por errores propios que por virtudes ajenas.
Como había sucedido contra San Miguel, los muchachos del traductor salieron a jugar con una marcha menos que su rival. Era previsible que Chacarita fuera una tromba, urgido de resultados como estaba. Y una mala salida de la visita culminó con un zapatazo notable de media distancia de Fernando Brandán que transformó en inocua, apenas para la foto, la estirada de Sand. Golazo del exSan Martín.
Se lo veía conmocionado al “santo”. Y muy cómodo a “Chaca” hasta la insólita agresión de Franco Watson a Diego Mastrángelo. Difícil de describir la gigantesca bronca del técnico Aníbal Biggeri por la sinrazón de su futbolista.
Antes del intervalo, la bronca del puñado de allegados de Chacarita también fue inmensa. Un entrevero terminó con un jugador local tomándose el rostro en el piso y con Darío Sand apenas amonestado. “Era la misma jugada…”, le reclamaron desde la platea al árbitro Sebastián Martínez, obviamente con insultos incluido.
Entre la roja a uno y la amarilla al otro, poco pudo generar el equipo de Flores. Mucha imprecisión y una búsqueda obsesiva por llegar tocando, ante un conjunto local que como era previsible se fue metiendo cada vez más atrás.
En esa primera etapa, Pablo Hernández apareció poco y Juan Cuevas prometió más de lo que concretó. Junior Arias, tras su descanso obligado la fecha anterior, amaneció con la pólvora mojada.
San Martín revirtió su imagen antes del intervalo. Iván Molinas sacudió el palo derecho en la primera pelota que tocó. Y casi la mete de cabeza un par de minutos después. Un acierto del traductor, el cambio de nombres y esquema (salió Mastrángelo y desarmó la línea de tres zagueros).
¿El complemento? Se siguió jugando en los mismos términos. El partido fue más bien ordinario, con San Martín chocando una y otra vez contra una muralla defensiva.
Lautaro Fedele terminó mal una buena pared con Cuevas y poco después dejó su lugar a la gran esperanza, Gonzalo Rodriguez. Claro que el “Turbo” suele ser mejor revulsivo cuando dispone de espacio, lo cual esta vez fue una quimera.
También ingresó Joaquín Ibáñez. Más tarde, Flores completó las modificaciones. Pero no cambió lo que se necesitaba cambiar: la chapa del marcador.
Arias ratificó que no estaba en su día y el arquero Federico Losas también contribuyó para que San Martín se fuera de Villa Maipú con la cabeza gacha, con el dolor de no haber sido.